viernes, 26 de abril de 2024

Por qué la carrera terminó hace cinco horas y Victoria todavía no ha llegado


NI SIQUIERA atendió al pistoletazo de salida: mientras los corredores partían raudos hacia delante, ella se hizo despacio un moño y se zambulló dentro con las dos manos. A la hora del primer avituallamiento estaba comiendo moras; cuando llegó el segundo estaba jugando con los niños; en el tercero les hacía pulseras de flores. “Señorita, la carrera es por allí”, le dijo alguien, pero ella se quitó el dorsal y se lo puso con cariño a un perro labrador, que ya no se apartó de su lado. Cuando sonó por megafonía “todos los corredores que lleguen a meta recibirán una estatuilla del escultor Rebello”, ella estaba recostada sobre la hierba, leyendo su manual de Epicteto, con esa paz de los peces inclasificables que lograron escapar de las enciclopedias.