jueves, 17 de octubre de 2024


ME ENVÍA un mensaje un menda de Instagram pidiéndome permiso para publicar en un libro suyo mi frase “Siempre dudando entre salvar el mundo o salvarnos de él”. Le digo que puede cogerla gratis para lo que quiera, incluso para motivos de lucro, pero que tiene que poner aunque sea a tamaño de una micra la autoría “maricrónica”. Entonces me dice:

—¿Maricrónica? Pero cómo voy a poner ese nombre, si el mío es un libro serio.

Al final me ha dicho que “sintiéndolo mucho” no va a poner mi frase en su libro, jajaja. Yo alucinada, como comprendereis, ¡el rechazo que causa el término maricrónica, es que no se puede creer! Y cuanto más rechazo causa, más pedazo de maricrónica me siento, pues se trata de una palabra infantil y lúdica y gamberra y obstinada, o sea como yo.