EL PUNTO fuerte de autores como Kerouac o Bukowski es que no hacen literatura: me refiero a esa capa de plástico que recubre a los escritores del pasado que apesta a falsedad, perfección y eufonía. La sinceridad hermanada con la naturalidad es un punto esencial, muy agradecido por los lectores, que no ha sido valorado debidamente por los que guardan las llaves de la crítica literaria. Al final, por mucho que me vendan las obras de alta literatura de Boris Vian, yo prefiero las que firmó como Vernon Sullivan; por mucho que me digan que Madame Bovary es una obra maestra, yo prefiero sus cartas a Louise Colet; por mucho que Samuel Johnson quisiera ganarse la posteridad escribiendo la obra, al final se la ganó gracias a Boswell; por mucho que Cicerón se pasara la vida miniando sus discursos, el Cicerón que me llega y que me arrastra, que casi puedo tocarlo, es el de las cartas.