miércoles, 26 de febrero de 2025


EN THREADS pululan turbas de talleristas que siguen con la matraca de que un escritor no puede cometer redundancias (cuando el propio Cervantes escribe "subir arriba" o "bajar abajo" como recursos de intensificación), o no puede repetir la misma palabra en el mismo párrafo (como hacen Baroja o Bolaño a sabiendas), o no puede cometer asonancias o cacofonías. A esto último les he contestado con este fragmento de un artículo de Unamuno del 5 de mayo de 1913, titulado "Orfebrería literaria", y, como decía mi padre, se han quedado "borrados":
Todo esto de las cacofonías y las asonancias y demás bobadas no son más que eso: bobadas. ¿De dónde has sacado que el repetir una misma sílaba en pocas palabras es cacofónico? Tonterías de preceptivos que, no teniendo nada que decir, inventan dificultades técnicas artificiosas para atribuirse el mérito de vencerlas. La mayor parte de esas reglas que se dice fundadas en principios intrínsecos de buen gusto, no son tales. Se han hecho un oído preceptivo, artificioso, y están sordos por dentro. Y no quiero decir sordos a la idea, al pensamiento desnudo de lenguaje –si es que tal cabe–, sino sordos a la música íntima, a la entrañada armonía, y armonía acústica, por supuesto. Porque hasta como música, esa prosa de ebanistería es insoportable. Y monótona. Se oye en ella el chirrido de la muñequilla, que da dentera. ¡Que se te quite la manía de la perfección, hombre! Sin andas con eso de la perfección, acabarás por no hacer nada vivo. Y lo que no es vivo, ni se tiene en pie ni dura.