miércoles, 19 de febrero de 2025

LA CARENCIA de vida no acaba con la escritura, solo la modifica. Los que disfrutan de una vida social plena pueden escribir apegados al suelo, con más olores y sabores y la cabeza dentro de la tierra, como los cerdos de la piara de Epicuro, bien rociados de lo que está cerca y tiene labios y penes y clítoris. Los que no viven, en cambio, y sufren la erosión de sus cinco sentidos (pero quizá solo se pierda decisivamente el tacto), disfrutan de una explosión de su inteligencia: se vuelven más generales y abstractos, aprenden a reconocerse como seres autónomos, consiguen mirar más lejos. Los grandes filósofos apenas vivieron: conditio sine qua non para levantar la cabeza y mirar al horizonte.