martes, 18 de febrero de 2025


DE LAS primeras cosas que hice cuando llegué a Madrid fue acudir a la biblioteca Pedro Salinas y sacarme la obra completa de Quevedo, que me sigue pareciendo con Borges el artífice más grande de la lengua española. Con "obra completa" me refiero a la obra reunida, pues muchos de sus escritos se perdieron o van apareciendo poco a poco en diversas partes del mundo, por ejemplo su Execración contra los judíos, que fue encontrada en los años noventa. Esta noche me lo he leído por primera vez y me he quedado asombrada, porque aunque su antijudaísmo jalona toda su obra, en ninguno de sus poemas o prosas alcanza una brutalidad como la de este texto. No penséis que era un opúsculo con fines literarios: se trata de un memorial que le escribe al rey Felipe IV para que expulse o elimine a los judíos portugueses que estaban ganando presencia en Madrid. Copio un párrafo:
Los judíos dan el pago que da el ratón al que le lleva en las alforjas y la serpiente al que la abriga en el regazo y el fuego al que le hospeda en el seno. Vea V.M.: si el mantenimiento que les fiamos le roen, si el regazo en que los abrigamos le envenenan, si el seno donde los recogemos le abrasan, ratones son, Señor, enemigos de la luz, amigos de las tinieblas, inmundos, hidiondos, asquerosos, subterráneos. Lo que les fían roen y lo que les sobra inficionan. Sus uñas despedazan la tierra en calabozos y agujeros, sus dientes tienen por alimento todas las cosas, o para comerlas o para destruirlas. Desvelados en el sueño y descuido de los que los padecen temerosos, y fecundos de fertilidad tan nociva, que la casa donde están la minan de suerte que no puede vivir en ella quien se contenta con cerrar los agujeros u espantarlos, y solo puede habitarla quien, o se muda della, o los mata. Sierpes son, Señor, que caminan sin pies, que vuelan sin alas, resbaladizos, que disimulan su estatura anudándola, que se vibran flecha y arco con su lengua en los círculos sinuosos de su cuerpo, que se encogen para alargarse, que pagan en veneno desentomecido el abrigo que se les da. Fuego son que paga la vecindad en incendios y la acogida en ceniza, que de pequeña centella crecen en hoguera, que tratados queman y vistos deslumbran, consentidos consumen y apagados ahúman y siempre con inquietud se dan priesa a consumir lo que los alimenta.
Este tipo de textos ponen en un brete hasta a los más apasionados defensores del famoso "contexto", ese comodín-excusa que permite salvar para el patriotismo a todos los escritores de-esta-parte-del-mapa, por más barbaridades que hayan hecho o escrito. Yo misma no tengo reparo en reconocer que parte del "contexto" es cierto y que, en aquella época, tanto la sociedad como sus escritores eran antijudíos, pero a la vez no puedo menos que preguntar: ¿Existe un antijudaísmo tan virulento como el de Quevedo, o lo que realmente sucede es que es un escritor que se destaca en el odio, que se crece contra todos los grupos que no son el suyo, de una manera que no admite comparación con ningún autor importante de la época?