IBA POR la calle Princesa y me encuentro con la siguiente placa: “Aquí vivió Emilio Carrere, que dedicó a Madrid gran parte de su obra”. Al punto me he echado a reír, porque mi ego me ha imaginado enseguida la placa contraria, “Aquí vivió la poeta maricrónica, que escribió contra Madrid todos los días”, placa del todo imposible no solo por mi tamaño de pezqueñina, sino porque el terruño solo festeja a quien lo festeja.
Quieren a los escritores arrodillados ante el nosotrismo. En Madrid existe una ruta de las letras para turistas que consta únicamente de autores folclóricos; falta por hacer un itinerario con todos los autores extranjeros que vivieron o pasaron alguna vez por esta ciudad, que son muchos (además de infinidad de panhispánicos, me vienen enseguida Hugo, Gautier, Pound, Rilke, Valéry, Aragon, Hemingway, Malraux, Cocteau).
Hasta diez ciudades griegas compitieron entre ellas por demostrar que Homero había nacido en su seno, por lo que llueve sobre mojado. A veces nace un escritor tan grande (Cervantes, Borges, Pessoa, Dostoyevski...), que consigue librarse de la prisión onfaloscópica, pero tampoco te creas: cuando eso sucede el nosotrismo contraataca, nombra al autor “biblia nacional” y condena a los pobres escolares a hacer el “análisis morfosintáctico” de sus obras :)