DEJÓ DICHO Freud que Nietzsche alcanzó un grado de introspección que nunca ha sido alcanzado y nunca se alcanzará en el mundo. Me propongo demostrar en esta entrada que Freud dijo una tontería muy grande.
Lo esencial para alcanzar un grado de introspección grande es no mentirse a sí mismo, lo que no sucedía en Nietzsche, que se mentía a todas horas porque nunca supo despegarse del Nietzsche ideal que pergeñó en su cabeza.
Tomemos Ecce Homo, que son las memorias del filósofo. Allí Nietzsche nos hace un canto a su carácter abstemio y vegetariano. Pero acudimos a su correspondencia y ¿qué nos encontramos? Vaya, vaya, resulta que el señor Nietzsche, cada vez que le escribe a su madre, le pide que le mande salchichas, chorizos, morcillas, etc.
En ese mismo libro y en los del final Nietzsche hace un canto a su soledad irrestricta contra todos, pero cuando acudimos a los testimonios de sus amigos, ¿qué nos encontramos? Overbeck, su amigo íntimo, nos dice muy claramente que Nietzsche nunca estuvo solo, sino que le gustaba imaginarse así. Hasta se ha descubierto que en sus estancias en Sils Maria participaba cada día en reuniones sociales de mujeres de alta sociedad. ¿Cómo va a estar solo un tipo que al morir nos deja seis volúmenes de correspondencia en los que sorprende la cantidad y variedad de sus amigos y conocidos?
Nietzsche nos insiste mucho en que no le importan el éxito ni la fama del presente, sino que solo busca la gloria de la posteridad: esa es otra película que trata de filmar en sus libros. Sin embargo, una vez más, su correspondencia viene a desmentirlo. En los últimos años de la vida cuerda de Nietzsche, Georg Brandes comenzó a dar un curso en Copenhague sobre el filósofo alemán. Enterado de esto Nietzsche, toda su correspondencia final versa sobre un monotema: el famoso curso que Brandes está dando sobre "mi" filosofía. No queda ni el tato entre sus amigos y conocidos que no se entere por carta de la buena nueva. ¡Menos mal que no te importaba el éxito!
Hablemos ahora de su relación con Wagner. Sabido es que Nietzsche terminó rompiendo con Wagner y que la mayoría de los estudiosos explican la ruptura por causas filosóficas o profesionales (que también las hubo), soslayando la causa mayor, que radicó en que Wagner, sospechando que Nietzsche era homosexual, encargó a un médico de su confianza que lo averiguara. Cuando el autor del Zaratustra descubrió lo que pensaba el músico y en qué tejemanejes andaba con su sexualidad, montó en una cólera tan grande que hasta estuvo a punto de retarlo a duelo, como sabemos por una carta que le escribió a Overbeck. Sin embargo, esto es lo que nos dice Nietzsche sobre Wagner en sus memorias Ecce Homo:
No sé las vivencias que otros habrán tenido con Wagner: sobre nuestro cielo no pasó jamás nube alguna.
¿Ninguna nube? ¡Le querías retar a duelo, amigo Friedrich, una vez que puso en riesgo tu máscara macho! En Nietzsche se ve muy claro que una cosa es la persona real, a menudo frágil y dubitativa, y otra muy distinta la persona inventada, la que se imagina sólida y feroz, que es residuo de su romanticismo impenitente. Instrospectivos nivel himalaya son Montaigne, Tsvetáyeva, Gide, Virginia Woolf, Pessoa, Sontag, Cioran o Plath, y lo son porque nos muestran una gradación emocional amplísima y no les importa bajar la guardia y mostrarnos sus fracasos, debilidades y ridículos. Nietzsche, en cambio, vivió siempre con la guardia alta, muy temeroso de descubrirse, con una introspección muy limitada, al contrario de lo que pensó el señor Freud.