lunes, 14 de abril de 2025


CUENTA ORTEGA y Gasset en El hombre y la gente que cuando era joven, en uno de sus viajes a Buenos Aires, coincidió en un transatlántico con unas jóvenes norteamericanas muy guapas a las que comenzó a hablar "como se les habla a las jóvenes muy guapas", pero resultó que una de las norteamericanas enseguida le notó el tono y de inmediato le reclamó al filósofo: “Por favor: no me trate como a una mujer, sino como a un ser humano”. A lo que Ortega le contestó así:
—Señora, yo no conozco ese personaje que usted llama “ser humano”. Yo solo conozco hombres y mujeres. Como tengo la suerte de que usted no sea un hombre, sino una mujer —por cierto, espléndida—, me comporto en consecuencia.
Ortega tiene algunas cosas en las que se adelanta a su época, por ejemplo al definir a la nación como “proyecto sugestivo de vida en común”, definición que elimina todo turbio apriori o esencialismo étnico (aunque tampoco se libró del todo de los esencialismos, ya hablaré más adelante de Ortega en más largo), o con su “España es el problema, Europa la solución”, con que se aparta de la prototípica nación pura y autárquica, la que suele desembocar en violencia y fanatismo, y la integra en una colectividad más amplia. También fue un ser adelantado a su época porque puso a España al ritmo europeo de las nuevas corrientes culturales: es conocido que la primera traducción de la obra completa de Freud a cualquier idioma fue precisamente al español, la que encargó Ortega para la Revista de Occidente.

En el caso de las mujeres no consiguió adelantarse, como se ve muy bien en la anécdota que él mismo cuenta. Y tengo entendido que hasta suspendió por un tiempo su relación con Victoria Ocampo porque la argentina dio una conferencia sobre poesía femenina, género que para Ortega era territorio exclusivo de los hombres. Un ejemplo más de que el famoso contexto no afecta de la misma manera a todos.