jueves, 17 de julio de 2025


EN LAS Conversaciones con Eckermann, ¡Goethe aparece leyendo una novela china! Esto le da oportunidad para hacer un canto en favor de la literatura universal:
Cada vez veo mejor —continuó Goethe— que la poesía es patrimonio común de la Humanidad, y que dondequiera y en todas las épocas se manifiesta en cientos y cientos de personas. Unos lo hacen mejor que otros y se sostienen más tiempo a flote, y eso es todo. Pero el señor de Matthinsson no debe pensar que sea un don particular suyo, ni yo que lo sea mío, sino que debe decirse que el don poético no es cosa tan rara, y que nadie tiene motivos de enorgullecerse por haber hecho un buen poema. Pero si nosotros los alemanes no extendemos la mirada fuera del círculo angosto de nuestro propio medio, podemos fácilmente caer en esa pedantesca vanidad. Por eso a mí me gusta enterarme de lo que pasa en otras naciones, y aconsejo a todos que lo hagan así. Hoy, literatura nacional no quiere decir gran cosa; se acerca la época de la literatura universal, y todos debemos contribuir a apresurar su advenimiento. Sin embargo, en nuestra valoración de lo extranjero debemos cuidar de no limitarnos a una sola cosa, considerándola como modelo. No debemos limitarnos ni a lo chino ni a lo serbio, ni a Calderón ni a los Nibelungos; para satisfacer nuestra necesidad de algún modelo, debemos retroceder hasta los griegos, en cuyas obras se expresa la belleza humana. Todo lo demás hemos de considerarlo como puramente histórico, apropiándonos, en cuanto sea posible, lo que tenga de bueno.