miércoles, 23 de julio de 2025


IBA A decir que el punto superior que tiene el Borges de Bioy, con respecto al Goethe de Eckermann y el Johnson de Boswell (quede claro que los tres libros me parecen un monumento), es que Bioy mantiene con el protagonista una actitud digna e incluso inter pares, frente a la clara relación arriba/abajo de los otros dos, pero pensándolo bien al final me he dicho: ¿en qué parte del libro, vamos a ver, Bioy se atreve a llevarle la contraria a Borges? Solo me he acordado de un momento (habrá más, claro), cuando Bioy le dice a Borges que detesta a Unamuno (a Borges les gustaba el bilbaíno más veces de las que le criticaba) y que en cambio estaría dispuesto a ser miembro de una Sociedad de Amigos de Baroja, escritor al que el autor de El Aleph consideraba un zoquete: ahí se acaban todas las discordancias que recuerdo en 1663 páginas, si bien en la próxima lectura hago propósito de buscar más puntos de opinión disímil. También en las últimas páginas, a raíz de que Borges le abandonara, Bioy parece un poco resentido... ¡pero todo su resentimiento lo gasta contra María Kodama, a la que viene a hacer responsable de su ruptura! Comprendo sin embargo a Bioy porque a mí me pasa lo mismo: es muy difícil conducirte contra alguien al que sigues admirando. 

Aclaro que el “Borges” yo no lo veo como una traición/venganza de Bioy a su amigo, como denunció Kodama, sino como un pedazo de homenaje de 1663 páginas, donde se puede seguir la trayectoria de las opiniones borgeanas durante cuatro décadas, libro que supera con mucho al Borges entrevistado por Carrizo, Alifano, Buckley, Queralt, Ferrari, etc, que es un Borges que no me gusta porque las entrevistas son muy cortas y en ellas abusa de la ocurrencia gratuita, en la que a pesar de ser muy celebrado nunca pasó de ser un subWilde. El Borges oral de calidad, que vuelve una y otra vez a los mismos autores pero con detalles diferentes, es el de este libro de Bioy.