TANTAS VECES he utilizado yo la metáfora de las hojas de los árboles, que cuando se acerca el otoño se desprenden de ellos y conquistan su libertad, ya lejos del odioso centro, dirigiéndose ahora en cualquiera y en todas las direcciones, que estos días estoy comprobando con mucha tristeza, aunque quizá sea solo por la disposición espacial del patio de Bardot, que las hojas de los plátanos de sombra que crecen en ese patio, cuando se caen, en realidad no ganan ninguna individualidad, porque el viento las va reuniendo de nuevo hasta crear una nueva masa indiferenciada, un nuevo pelotón de hojas.
No hay forma de librarse de la puta manada. Hasta la muerte es otra masificación. El viento no es un anarquista como pensaba sino otro organizador fordista de la existencia.