martes, 12 de agosto de 2025

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NO ES solo que Jesucristo no se comportara como un ser humano, desdeñando el propio interés y hasta absteniéndose de conservar su propia vida, sino que sobre todo no hablaba como un ser humano: las parábolas a las que recurría están en la línea de Heráclito, de Porchia, de Quasimodo, de Paul Celan, por decir algunos poetas o pensadores que fueron calificados de oscuros: Jesucristo hablaba en jerigóngora, que diría Quevedo, y gracias a eso mantenía la distancia además de la admiración del pueblo.

Si hubiera hablado como Sócrates o como Epicteto todo el mundo le habría entendido, pero un lenguaje así de claro delata humanidad, y así no se llega a ser Dios.