LEYENDO LAS Notas sobre el cinematógrafo de Robert Bresson, me doy cuenta de que Hemingway y Truman Capote llevaban la razón cuando decían que el escritor debe contar con una cultura artística que le sirva de alimento y sementera a su cultura literaria. Como la mayoría de sus aforismos me han hecho pensar en la maquinaria de la escritura, voy a copiar algunos y los voy a comentar desde el lado literario, si bien advierto que no creo que esto le gustara mucho a Bresson, pues una de las constantes de su libro es afirmar la autonomía del cinematógrafo frente a otras artes:
BRESSON: «La facultad de aprovechar bien mis recursos disminuye cuando su número aumenta»
Esto me recuerda a Boileau, precisión, claridad, economía de medios. Bresson era un minimalista, pero en la literatura tengo prejuicios contra los minimalistas porque suelen dar mil truños por cada Carver que sacan. Pienso en la frase de Azorín, por ejemplo, que para la mayoría es un logro estético pero para mí es una tapadera de su mediocridad, el recipiente perfecto para un escritor que no tenía nada que decir; pienso en la frase anglosajona tan utilizada hoy, tipo telegrama, que se adapta como un guante al analfabetismo de nuestros escritores jóvenes. Justo lo contrario sucede con las frases-bosque, llenas de subordinadas, de un Proust o de un Sánchez-Ferlosio, que actúan como arel anti-mediocres: para ser capaz de llenar esas frases sin hacer el ridículo hace falta un cerebro muy bueno.
BRESSON: «Respetar la naturaleza del hombre sin quererla más palpable de lo que ella es»
Es el problema de los personajes de Dickens o de Victor Hugo, en la novela; de Shakespeare o de Schiller, en el teatro, o de Suetonio o Lamartine, en la historia, que están sobredramatizados y se convierten en tal vicio para el lector que luego, cuando desciendes a los personajes mucho más reales de Flaubert, Polibio, Chéjov o Safranski, te sientes decepcionada. Bresson hace en el cine un papel me atrevo a decir similar al de Flaubert en la literatura: propone un arte más verdadero, menos efectista, que no busque la identificación del lector con lo que está leyendo.
BRESSON: «Cuando un solo violín basta, no emplear dos»
Esta frase es hija de la primera pero me gusta mucho más, porque no propone reducir los recursos sino emplearlos con pertinencia. Tendría que estar en el frontispicio de cualquier escritor español, como antídoto contra la tradición redundante que padecen.
BRESSON: «X imita a Napoleón, cuya naturaleza no era imitar»
Esto me recuerda a Kerouac, que escribió su Libro de esbozos así, de corrido, sin quitar ni una coma, en pro de la naturalidad; o a Léataud, que escribía su diario sin tachar nada y dejó escrito que se debía publicar completo, con sus partes débiles y fuertes, sin quitar una palabra; o a Tomás Segovia, que arremetía contra los poetas que se fijaban más en el poema que en el motivo del mismo. Me parece una exageración de Bresson, porque cualquier arte, incluso el que pretende ser más natural, es una convención, pero entiendo que existen distintos niveles de artificialidad y lo que me quiere decir este cineasta es que él perseguía la mínima posible.