AYER PUBLIQUÉ en mi blog de anécdotas una de las mejores que he publicado nunca, contada por Chuck Palahniuk mediante voz interpuesta: la historia de los dedos del pobre Stephen King sangrando mientras firmaba libros, consecuencia de las maratonianas jornadas de firmas de hasta ocho horas que lleva soportando durante décadas. Dice Palahniuk que el público no solo se moderó cuando vio la sangre, sino que su fanmanía creció todavía más: "¡Yo también quiero la sangre de Stephen King en mi libro! ¡Yo también! ¡Yo también!"