HASTA QUÉ punto la literatura confesional no sirve como testimonio verdadero de nada, que esta noche, buceando en mis diarios para publicar los dos primeros volúmenes de mis Conticinios, el primero de 2015 a 2019, el segundo de 2020 a 2024, me he dado cuenta de que lo más importante que me ha pasado en este tiempo, la pérdida de los 12.000 volúmenes de mi biblioteca en abril de 2023, no está registrada en mis diarios ni siquiera con una línea. Aquel acontecimiento ha sido tan crucial en mi reciente vida que incluso he dejado de salir a la calle, porque la única razón bonita para salir, la de encontrar algún libro que no tuviera, dejó de tener sentido una vez que comprobé que en Madrid es absurdo amontonar libros si vives de alquiler.
Ni una línea. Quedé tan traumatizada que no escribí una sola palabra. En cambio lleno folios y folios cuando no me pasa nada y se trata de mi vida sin vida, pues hasta las piedras tienen una existencia más ajetreada que la que tengo ahora.