martes, 2 de septiembre de 2025

1167


EN EL mismo reportaje dice Susana Gisbert, fiscal de delitos de odio en la Comunitat Valenciana:
Los autores de delitos de odio son personas 'normales' con todas las comillas, que no pertenecen a ningún grupo, que piensan esto y se ven legitimados por las redes o declaraciones de políticos.
Claro. Esto lo llevo diciendo yo desde hace siglos, que ni el nacionalista vasco ni el patriota español son personas con cuernos y tridente, sino personas perfectamente racionales que, de pronto, en el aspecto de su vida que afecta al nosotros, suspenden su racionalidad y se comportan de forma animal. Esto no se puede decir muy alto; conviene que el racista sea considerado un loco o un bruto o una persona fuera del promedio porque, si lo consideramos una persona como tú y yo, igual tendríamos que acudir a las raíces del problema, que comienzan cuando en la escuela te dicen que Lorca es nuestro y en cambio Whitman no, o que en la batalla de Lepanto "nosotros" hicimos noséqué hazañas o que en Trafalgar los ingleses nos hicieron nosequé, o cuando el locutor de la televisión nacional te dice que el deportista extranjero le está haciendo trampas al nuestro, o que hemos quedado en el puesto 24 de Eurovisión con injusticia. El racismo no es más que una radicalización del nacionalismo y el patriotismo, que a su vez son dos radicalizaciones del cariño por un pseudolugar, pues el lugar donde por azar has nacido siempre es mucho más pequeño que el que les interesa a ellos.

Si empezáramos a devanar la madeja de los delitos de odio, igual nos daríamos cuenta de que existe un odio constituyente, que se enseña como "amor" en las escuelas y en las instituciones oficiales, que consiste en la conformación de un "nosotros" inventado, donde los de nuestro país son más guapos y lograron más hazañas y poseen un idioma más lindo que el de los demás. El racista no hace más que defender lo que le ha enseñado su colectivo.

Mientras no os atreváis a meter mano en el odio bueno, el odio malo nunca tendrá final.