viernes, 16 de mayo de 2025


A VECES pienso, riendo, que si personas como yo proliferaran a lo largo de muchos años, por ejemplo decenas de miles, podríamos dejar una huella genética que volvería al ser humano irreconocible. Para empezar, sería una especie sin ningún apego a las personas por razones de sangre (stop familia) o de tierra (stop patria), o simplemente sin apego (stop sociedad) y con cero ganas de seguir viviendo después de muerto (stop religiones). El único problema insuperable que encuentro para que se produzca ese cambio genético es que, si todos fueran como yo, no habría manera de tener hijos para asegurar la descendencia, por lo que el ser humano se extinguiría motu proprio, en menos de un siglo, sin ninguna pandemia, tragedia climática o apocalipsis nuclear de por medio.