domingo, 10 de agosto de 2025

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DICE HEINE en su ensayo La escuela romántica:
También conviene mencionar que Goethe, mientras celebraba con tanta alegría a Persia y Arabia, abrigó la más tajante animadversión contra la India. Le disgustaba lo extraño, lo desconcertante y lo confuso de ese país.
Lo de Goethe es sensacional: ya lo tengo en lo más alto de las referencias maricrónicas. Se preocupa como es natural por lo alemán, también por su folclore, pero con la misma naturalidad frecuenta lo ruso o lo inglés, lo francés o lo italiano, los antiguos griegos y latinos, con un espítitu tan amplio que no se detiene en Europa: frecuenta también lo árabe, lo persa, lo hindú, lo chino, los antiguos egipcios, descubre las tradiciones orales africanas, se interesa por los primeros brotes de Estados Unidos, pregunta a su amigo Humboldt por todas sus expediciones...

Las dos escuelas de intolerancia más grandes de la historia, la de la religión y la de la patria, le ponen en su punto de mira: los cristianos, porque Goethe aboga por un panteísmo a lo Spinoza, una religión más amplia y congregadora que ve la sustancia de Dios lo mismo en los animales, las plantas, las piedras o las nubes; los patriotas, porque Goethe está en contra de la unificación política de Alemania, pues consideraba lo alemán como algo esencialmente cultural que florecía mejor en pequeñas entidades administrativas, al modo de las ciudades estado de la Antigua Grecia o de la Italia del Renacimiento. De qué mimbres estaba hecho este gigante, que cuando un Schlegel trató de insultarlo, no se le ocurrió más que decir con falsedad: "Goethe es un pagano que se ha convertido al Islam".