EN SUS diálogos con Ferrari, Borges da nuevas muestras de que se desconoce, de que mantiene un Borges ideal en su cabeza que no coincide con el Borges real:
FERRARI: Ha habido otra cosa inagotable en usted, Borges, que se menciona en Buenos Aires como única, me refiero al ingenio. La gente está habituada a escuchar por los medios de comunicación a un Borges ingenioso…BORGES: No, yo no soy ingenioso, en todo caso, no trato de serlo…FERRARI: Hablo del ingenio literario…BORGES: No, cuando estoy conversando, estoy pensando en voz alta; pero no trato de ser ingenioso. Y los juegos de palabras me desagradan…
¿Que le desagradaban los juegos de palabras? No opinó lo mismo cuando dijo, después de otorgado el premio Nobel a Miguel Ángel Asturias, que le habían dado el premio a un tal "Santander", o cuando se le presentó Gerardo Diego diciéndole "maestro, soy Gerardo Diego", y le respondió "¿En qué quedamos, Gerardo o Diego?", o cuando le hablaron de Antonio Machado y respondió "Ah, ¿pero Manuel tenía un hermano?", o cuando se planteó escribir con Bioy un artículo paródico sobre Juan Ramón Jiménez donde se llamara al poeta andaluz Juan Ratón, Juan Jamón o Juan Jarrón, bufonadas que ni siquiera eran ingeniosas sino sub-ingeniosas, y además era evidente y hay múltiples pruebas de que Borges sabía quiénes eran Antonio Machado, Gerardo Diego o Miguel Ángel Asturias.