jueves, 11 de septiembre de 2025

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ESCRIBE UMBRAL en su ensayo Cela, un cadáver exquisito:
Camilo José Cela, muy polarizado en el objetivo único de su vida, triunfar, volver a triunfar, erigirse, ser, no puede perder el tiempo en idilios de cafetería con jovencitas. De modo que la solución rápida de su sexualidad son las putas, que además le aportan literatura, lenguaje, modos marginales a los modos burgueses que le hubieran correspondido. Cela encuentra en las putas, no sólo la solución de su vida sexual, sino un enriquecimiento dialectal y de costumbres que es de lo mejor de su obra y el entronque directo —buscad a la mujer— con los clásicos.
Parece que Umbral piensa que cada prostituta lleva el Diccionario Cheli en la cabeza; dice también que esas prostitutas entroncan a Cela con el Siglo de Oro... todo esto me parece romanticismo barato. Cela llegó a los clásicos no por las prostitutas sino por los libros; él mismo contaba que de joven se leyó la biblioteca Rivadeneyra y a los historiadores de Indias: es el raro caso de un escritor con todas las innovaciones del siglo XX (La Colmena, San Camilo, 1936, Mazurca para dos muertos) que escribe con un lenguaje casi de siglo XVII. Ese es para mí su problema central, junto a su mucha ranciedumbre castiza y macho: el de un notable escritor deslucido por un lenguaje desfasado, lleno de alcanfor, problema que también les encuentro a Valle o a Carpentier y que curiosamente no encuentro en Umbral, que también se permite a veces algunos antiquismos, pero que en general muestra un lenguaje actual, escogido, vivísimo, donde sin duda fue un maestro superior.