sábado, 20 de septiembre de 2025

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EN EL aforismo Nº 4027 de su Ideolojía Juan Ramón Jiménez toca el tópico del artista como andrógino:
EN jeneral las mujeres jeniales son algo viriles, los hombres jeniales algo femeniles; porque el genio necesita integración. Lo humano jenial ha de fundir niño, mujer y hombre simultánea o sucesivamente. 

Un caso supremo sería bastante como jenio; Goethe: llorón y enérjico, exhibicionista y solitario, enamorado y esquivado, etc.
Ya Platón se refirió al andrógino como al ser original que, al ser dividido en dos, hace que nuestras vidas sean un deseo constante por recuperarlo. Pero Platón no vinculó lo andrógino específicamente con los artistas; los primeros que lo hicieron fueron los románticos alemanes, con los hermanos Schlegel y Novalis a la cabeza, y quien fijó la idea para siempre fue Coleridge en su Biographia Literaria, donde precisó que no es que el artista tenga partes de mujer ni de hombre, sino que contiene una mezcla dual, lo andrógino. Coleridge puso a Shakespeare como el paradigma principal ("Shakespeare no pertenece a ninguna época ni a ningún país. Posee el equilibrio de la mente andrógina"), con lo que estoy en desacuerdo, porque Shakespeare, salvo en sus sonetos, es mucho más andro que gino, con personajes sectarios y tumultuosos que muestran exagerados instintos de agresión. El paradigma que propone Juan Ramón Jiménez, el de Goethe, me parece mucho más adecuado (aunque tiene más gino que andro), porque este autor alemán tiene partes de su obra donde se muestra romántico, nacionalista y subyugado por Napoleón, pero también tiene otras, a mi parecer de más peso, donde se muestra clásico, sereno, spinozista y universal.