martes, 30 de septiembre de 2025

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EL PRINCIPAL problema que tengo para lograr prosélitos de Francisco Umbral, ahora que ha renacido mi pasión por él tras 25 años de amor y otros cinco de odio, es que este mayúsculo artífice del lenguaje cultivaba un machismo de lo más rancio (sí, existen machismos menos rancios). Escribe en Los cuerpos gloriosos:

Yo lo que quiero es tirarme a Bibí Andersen, ahora que es hembra total, completa, ahora que tiene una vagina, ahora que gusta del hombre/hombre, ahora que el unicornio ha perdido el cuerno y la mujer ha ganado el derecho a ser follada. [...] Hay que cepillarse a Bibí Andersen como sea. Es la asignatura pendiente de la democracia. Los machos viriles lamentábamos que no fuese hembra. Los otros se alegraban de que fuese hombre. Ahora que es mujer, ahora que, tras la castración sacrificial, ya tiene la sagrada vagina de los mitos femeninos, está como un poco obligada, Bibí, a dejar que nos la beneficiemos los varones con carné de tales, aquí en Madrid, más algunos ricachos que vengan de provincias con certificado del gobernador civil de que no son bujas.

Se me dirá que no es para tanto, que solo hace humorismo o literatura (ni puta la gracia), pero qué me decís entonces de esto que cuenta en Crónica de esa guapa gente, cuando narra de forma realista lo que hizo con el entonces famoso presentador de televisión García Tola:

Una tarde de domingo, llena de toda la siniestrez dominical, Tola y yo nos fuimos a su apartamento con dos choricillas del Gijón y, como no se dejaban, Tola les pegó, las insultó, las echó de casa, y yo le ayudé en todo.

Menudo personaje: esto entra dentro de los delitos penales. Se me argumentará el famoso contexto: el contexto no era por desgracia el de ahora, pero ya entonces, año 1991, este tipo de escritos ya estaban mal vistos y esas acciones penadas. De hecho, un grupo de feministas invadió su comunidad de vecinos, años antes de que se fuera a vivir a su dacha con piscina, e hizo pintadas de "UMBRAL VIOLADOR", pero Umbral no solo no se arredró, sino que presumía de su machirulismo y hasta publicó una foto de una de las pintadas en el mismo libro: