jueves, 9 de octubre de 2025

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DAVID WALLACE-WELLS pinta en NYT un panorama apocalíptico de los avances del plástico:
Hay plástico en la espuma salada del mar recién rociada por las olas rompientes, en las nubes de ensueño de las cimas de las montañas japonesas y en el aliento de los delfines. Cuando los científicos analizan la nieve antártica o el hielo del Monte Everest, los plásticos están presentes. Cuando, en 2019, un explorador alcanzó las mayores profundidades del océano en la sobrenatural Fosa de las Marianas, descubrió que los plásticos se le habían adelantado, a kilómetros del alcance de la luz natural.

El plástico ahora se encuentra en la carne de los peces, donde interfiere con la reproducción, y en los tallos de las plantas, donde interfiere con la fotosíntesis, y en muchos otros alimentos que ponemos en nuestros platos y comemos. Podría haber plástico en su saliva y casi con toda seguridad en su sangre. Se ha encontrado plástico en corazones y riñones humanos y otros órganos, en la leche materna extraída por nuevas madres y en ambos lados de las placentas. Y dado que se ha encontrado plástico en el líquido folicular ovárico y el tejido testicular, y en la mayoría de los espermatozoides humanos muestreados, ya está incrustado no solo en los que aún no han nacido, sino también en los que aún no se han concebido.