LA PASIÓN de Donald Trump por lograr el Nobel ilustra una de las esquizofrenias comunes a los nacionalistas, que desean que la máxima gloria se centre en sus kilómetros cuadrados, pero pronto descubren que esa gloria no la otorga su mera nación sino que la concede el mundo; que la razón de que Cervantes, Mandela, Maria Callas o Usain Bolt sean presencias enceguecedoras se debe a que concitaron el aplauso general de las gentes de toda latitud. ¿Un presidente de MAGA pataleando por un premio planetario? Incluso con los dos ojos cerrados el cerebro no deja de mirar.