lunes, 20 de octubre de 2025

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EL PROBLEMA que le encuentro a "El hombre rebelde" de Camus es que trata de meter la rebeldía dentro de una botella; es un libro que intenta el triple salto mortal de congeniar el carácter eruptivo de ese valor con la mesura y el equilibrio. No sé qué es más difícil, la rebeldía que propone él, siempre reducida a unos límites y que se prohíbe hasta el menor atisbo de inhumanidad, o la revolución que intentaron los jacobinos franceses o los marxistas rusos, que deseaban cambiar de arriba abajo la sociedad y para ello se consintieron la violencia necesaria. Me gustaría que Camus tuviera razón y pudiera existir esa desobediencia que no rompe ni un plato, pero creo que las personas mesuradas nunca se rebelan y que a las que se rebelan, bien en formato rebeldía o en formato revolución, siempre se les acaba yendo el invento de las manos, porque el exceso está en su propia naturaleza.