DE LA estupidez que es la gloria literaria y de lo capitana que soy de las estúpidas (luego arremeto contra los humildes, pero las arrogantes tampoco somos mejores), espigo este ejemplo. Tengo a la vista el Diccionario Universal de Efemérides de Escritores de todos los tiempos, recopilado por Gregorio Sanz, que me informa de que tal día como hoy, 21 de octubre, nacieron 31 escritores célebres y murieron otros 23. De esta montaña de ilustres, sin embargo, ¡solo conozco cinco, que son Coleridge y Lamartine, que nacieron hoy, y Pietro Aretino, Arthur Schnitzler y Jack Kerouac, que murieron!
El libro sobrepasa el millar de páginas y contiene las efemérides de 21.000 escritores famosos, pero el problema es que famosos de verdad famosos solo pueden ser cien, a lo sumo quinientos: todo lo que sea pasar de mil es la marabunta. Se reía Séneca de los patricios romanos que lucían una biblioteca de más de cien libros "porque no hay forma cabal de leerse todos esos libros, de la manera que lo exige cada uno de ellos, ni en toda la vida"; qué pensaría del ahogo cósmico que sufrimos hoy, que no podemos leernos siquiera el 1% de los escritores celebres que en el mundo han sido.
