PERO QUÉ fuerte debió ser la relación entre Lev Tolstói y su mujer Sofía Tolstaia. Como cada vez eran más frecuentes las discusiones y los accesos de ira de Tolstaia, Tolstói decidió marcharse de casa, pero era invierno y ya tenía 82 años, por lo que en el camino cogió una neumonía a la que ya solo sobrevivió unos días. En ese tiempo a Sofía le dio tiempo a enterarse de que su marido estaba enfermo y acudió a socorrerlo, ¡pero los discípulos de Tolstói, que sostenían que Sofía era una pécora materialista, rodearon al maestro y le negaron el acceso, con la excusa de que podía empeorar el estado del enfermo! Ella se alojó en una casa cercana e imploró para que le dejaran verlo, pero no hubo manera: Tolstói murió sin su mujer Sofía a la vista y sin poder reconciliarse de la última pelea que tuvo con ella. En su diario, Sofía anota:
Él murió sin mí. No me dejaron verlo. Me dicen que fue por su bien, pero yo sé que fue por odio.Toda mi vida fue por él, y al final me dejaron afuera, como a una extraña.
Hasta qué extremos puede llegar el fanatismo de los discípulos: con razón Flaubert no quería tener ninguno.