lunes, 27 de octubre de 2025

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EN LA singladura que ha recorrido Fernando Savater desde las posiciones más anarquistas hacia las más conservadoras, Malos y malditos está publicado en 1996, donde aún se mantenía en un templado punto medio y era capaz de lanzar esta pulla al eurocentrismo:
Pregúntale a aquel de tus amigos que consideres más culto cinco nombres de genios militares de la historia. Te hablará de Alejandro Magno, de Julio César, de Napoleón… incluso puede que te mencione a Gengis Kan y a Rommel. Pero segurísimo que no pronuncia este nombre: Chaka. Y sin embargo algunos expertos consideran a Chaka tan buen estratega como los otros grandes generales. Lo que pasa es que cuando hablamos de «historia» nos referimos al pasado de Europa y América, con algunas pocas referencias —muy poquitas— a Asia. Pero Chaka pertenece al pasado de África y además del África más desconocida, menos «histórica»: el África negra. En ese continente, Chaka dejó su huella. A finales del siglo XIX fundó el imperio Zulú, derrotando a numerosos jefes enemigos, y luego venció varias veces a tropas de europeos, sobre todo ingleses. Para los zulúes, Chaka es un mito y casi un dios, una combinación de Carlomagno con el dios Marte y el apóstol Santiago Matamoros (en este caso, «Mataingleses»). Pero no le busques en nuestros libros de historia porque seguro que no encuentras nada sobre él…
Sin embargo, Savater se equivoca en dos puntos. El primero es que Chaka (o Shaka) no fundó el reino zulú durante la última mitad del siglo XIX, sino en la primera mitad, porque nació en 1787 y murió en 1828, cuando fue asesinado por dos de sus semihermanos. Tampoco es cierto que Chaka derrotara a los ingleses: la victoria contra ellos llegaría más de cincuenta años después de su muerte, el 22 de enero de 1879, en la batalla de Isandlwana, donde los derrotó el líder zulú Cetshwayo, sobrino nieto de Chaka.