miércoles, 29 de octubre de 2025

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NOS SOLEMOS referir al sectarismo de los otros porque no nos damos cuenta del nuestro, o el nuestro no es sectarismo porque solemos vivir en el espejismo de que nuestra posición es la correcta. La polarización de las posturas, con todo, aunque es sin duda un problema, no es menor que el inverso de la entronización de la tolerancia a todo trance, unida al igualitarismo y perspectivismo más necios, que hace que veamos la misma genialidad en Proust que en un autor de cómics, en un grafitero que en Leonardo da Vinci, o en un libro de autoayuda que en Wittgenstein. Al final, sectarismo y tolerancia son dos partes del mismo folio: cuando el sectarismo es atosigante y nos lleva al conflicto, urge la llegada reparadora de la tolerancia; cuando es la tolerancia la que se desmanda y ya-todo-vale, urge recuperar alguna dosis de sectarismo. Se considera virtud a la una y defecto al otro, pero poco futuro tiene una persona que no sabe obcecarse en un puñado de síes y noes.