miércoles, 29 de octubre de 2025

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ESCRIBE MIGUEL García-Posada en el segundo volumen de sus memorias Cuando el aire no es nuestro:
Borges ha hecho mucho daño a la crítica literaria en España. No se puede proclamar, entre ovaciones, que Manuel Machado es el primer poeta español de este siglo; no se puede decir, impunemente, lo que dijo de Lorca y su suerte de ser ejecutado; no se puede descalificar a Gracián con chistecitos líricos; no se puede entronizar a Rafael Cansinos Asséns como un genio con el solo fin de borrar en su nombre a casi todos los demás escritores españoles contemporáneos. Borges desdeñaba a la Celestina, Lope de Vega y Calderón. Veía la literatura española como fruto de la hipérbole o del "realismo chato"; Bécquer le parecía sólo "una réplica débil del primer Heine", pero Jaime Freyre y Lugones, por ser argentinos, eran para él poetas de entidad, no inferiores a Juan Ramón Jiménez y a los Machado. Su desdén por el género novelesco es hijo de su condición dieciochesca del cuento, y carece de fundamento: en nombre de Borges, la mayoría de la gran novela universal es una redundancia que se hubiera resuelto mejor en diez o doce relatos breves. En realidad, Borges estaba ebrio de sí mismo ("La avanzada edad me ha enseñado la resignación de ser Borges") y nutría un curioso resentimiento antiespañol que es común a otros escritores latinoamericanos.
¡Ay, qué desgracia, señor García-Posada, que se fueran para siempre aquellos tiempos en que la literatura en español se dirigía colonialmente desde el Café Gijón, o los tiempos en que Ortega y Unamuno escribían paternalmente sobre sus colegas hispanoamericanos! Lo que denunció Borges, señor García-Posada, es que en las universidades norteamericanas, en la asignatura de literatura en español, todavía bien avanzado el siglo XX a menudo solo se daban autores españoles, por ninguno de América, ni siquiera Rubén Darío. A Borges eso le parecía injusto, porque sostenía con buen tino que el motor de la mejor literatura en español se halla desde Rubén Darío en América: que los modernistas americanos fueron los que descubrieron primero a Baudelaire, a Verlaine y a Hugo; que los americanos fueron también los primeros que abrazaron las vanguardias; y que fueron también americanos los primeros que normalizaron a Joyce, Faulkner o Kafka. De hecho, el descubrimiento en España de la modernidad literaria se ha hecho en gran parte vía América, gracias a las estancias en Madrid o Barcelona que hicieron en su día Rubén Darío, Vicente Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda, el propio Borges, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa u Octavio Paz.

Por otra parte, el supuesto "desdén" de Borges por las novelas fue solo una gigantesca broma, y también es falso que desdeñara a Bécquer y Lope de Vega: pronto publicaré en mi blog de arcadias algunas donde aparece elogiándolos. De Bécquer llegó a decir, para atacar a Breton, Éluard y Aragon: “¿Es que esos majaderos de surrealistas no saben lo que es un poeta de verdad, por ejemplo Bécquer?”. En cuanto a Lope de Vega, habló mal de su faceta de dramaturgo, que apenas conocía y en la que sin embargo lo disculpaba porque "entonces el teatro era una industria", pero casi siempre habló bien del Lope poeta. Voy a copiar aquí algunos fragmentos del "Borges" de Bioy para que se vea que su buena opinión se mantuvo en el tiempo, si bien a Borges los mejores poetas españoles de siempre le parecían Fray Luis de León y San Juan de la Cruz:
Sábado, 20 de julio de 1957
Borges conviene conmigo en que Lope escribía más agradablemente. «Tiene sonetos muy extraordinarios», dice. Asegura que uno puede leer a Quevedo, poemas y poemas, sin encontrar emoción alguna ni intimidad. Góngora es mejor y Lope mucho mejor. «No sé cómo pude admirar tanto a Quevedo», concluye.

Viernes, 23 de octubre de 1959
Hablamos de la decadencia de la literatura española. BORGES: «Pensé: Empezaron con el Romancero, tuvieron a Manrique, a San Juan de la Cruz, a Fray Luis de León, a Lope, a Góngora, a Quevedo, a Cervantes, a los Argensola, al Anónimo Sevillano y después vino el siglo XVIII, y el siglo XIX y el XX. ¿Qué les pasó?».

Lunes, 11 de abril de 1960
BORGES: «Como dijo Chesterton, uno se pasa la vida descubriendo que los otros tienen razón. Hoy, en contra de lo que siempre sostuve, Cervantes, Lope, aun Góngora, me parecen superiores a Quevedo. Quién sabe si todos no tienen razón y el mejor poeta español es Fray Luis».

Martes, 29 de mayo de 1962
Propusieron a Borges que diera una conferencia sobre Lope dramaturgo, o sobre la vida privada de Lope o sobre Lope poeta. BORGES: «Como no sabía nada de Lope dramaturgo o sobre su vida privada, Lope poeta me pareció un tema excelente».

Viernes, 13 de julio de 1962
Leemos sonetos de Lope. BORGES: «Los versos son admirables. Y la soltura y el tono están bien. Combina la poesía pastoril con el cristianismo. Al fin y al cabo no es tan raro. Combina los elementos que tiene a tiro. Curiosamente, Lope reprochaba al gongorismo nada más que por el vocabulario». También leemos con agrado «Suelta mi manso» y «Qué tengo yo…».

Domingo, 15 de julio de 1962
Come en casa Borges. Leemos canciones de Lope. BORGES: «Lope es un poeta delicado, no un animalote como Quevedo. No es muy intenso: casi todo parece en tono menor. “Suelta mi manso” es un poema muy extraño, difícil de imitar. García Lorca leyó sin duda a Lope, pero ponía más navajas, todo le salía más duro. Lope es más natural, más sencillo, y le salen versos muy lindos, de una soltura admirable, agradable. No parece tener conciencia de hacer una gran obra. Éste es otro de sus encantos… Yo pondría de un lado a Quevedo, con Lugones; del otro, a Lope, quizá con Rubén».

Sábado, 27 de febrero de 1982
BORGES: «También Quevedo era grosero: para atacar a Góngora, dice que la culta latiniparla huele mal y que para defender del mal olor “nuestros pegasos” —¡qué animal!— habría que quemar a Garcilaso en pastillas. No creo que ese elogio hubiera alegrado a Garcilaso: por de pronto que lo quemaran, y en pastillas… Ninguno de ellos se imaginaba nada. ¿Qué pensaría de esas fealdades Lope? Seguramente las reprobaría».