miércoles, 5 de noviembre de 2025

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SOBRE LO que decía ayer de que Montaigne no era un comelibros sino un masticafrases, un hombre que le daba muchas vueltas a ciertas anécdotas o aforismos, en el capítulo X de sus Ensayos, el titulado Los Libros, dice así:
Lamento que no tengamos una docena de Laercios, o al menos que el que tenemos no sea más extenso y más explícito; pues me interesa por igual la vida de los que fueron grandes preceptores del mundo como también el conocimiento de la diversidad de sus opiniones y el de sus caprichos.
Esto es lo que le gustaba a Montaigne: ¡Diógenes Laercio, la Radio Bemba de la filosofía, el libro del que todo pensador abjura por su frivolidad y su falta de rigor! Una cosa es que Sócrates, que fue el mayor cráneo filosófico de su época, diga "Solo sé que no sé nada": esa frase nos la podemos tomar como un rasgo de humildad en un hombre que tenía razones para ser más orgulloso (de hecho lo era, y no hay más que leer la "Apología" de Platón). En cambio, que un hombre como Montaigne nos diga "en la duda, abstente" y funde el perspectivismo en la filosofía, no tenemos que tomárnoslo por humildad del ensayista, opino, sino solo como un rasgo de realismo de quien carecía del conocimiento y las lecturas para ser más orgulloso.