miércoles, 5 de noviembre de 2025

1616


PENSANDO EN lo pelma que es Lope en sus poemas largos (con excepciones, por ejemplo su A mis soledades voy, o su Égloga a Claudio), me he congratulado de la suerte que tuvieron los poetas españoles del pasado, a partir del siglo XVI, con la introducción del soneto vía Garcilaso y Boscán, momento en que la tendencia española al chacharandés sufrió un contratiempo muy serio, porque no hay manera de aburrir al personal en solo catorce versos, y al poeta le vino bien aprender concisión, ese valor antiespañol por excelencia.