UMBRAL SE cae a partir de 2001: en los seis últimos años de su vida ya no encuentra el ángel de la sintaxis, que él definía con Valéry como "la facultad del alma". Esa decadencia demuestra que la prosa de Umbral, aunque llena de manieras y geometrías, no funciona solo gracias a eso, sino a una imaginación y capacidad creativa portentosas que le dejaron de funcionar a partir de los 69 (murió con 75). Borges sí que consiguió seguir escribiendo perfecto con ochenta años, pero la prosa de Borges es más fácil de mantener porque es mucho menos creacionista y mucho más maquinaria matemática.
Pasa lo mismo con los poetas. ¿Por qué los versolibristas escriben poemas tan malos a partir de los cincuenta y en cambio Lope y Quevedo escribieron algunos de sus mejores sonetos con más de sesenta años? Aquí opera el milagro soneto, que le da al poeta la estructura y gran parte (no todo) del sonido ya hechos, mientras que el versolibrista, que sigue esperando al ángel, tiene ya una edad en la que el ángel no aparece.
Por eso suelo aconsejar al poeta viejo: aférrate a la caja. Existen multitud de cajas, no solo la del soneto, que te garantizan unos mínimos raíles sobre los que escribir. ¿Aquellos ritmos silvestres que en la juventud venían solos? Olvídate porque ya no vendrán. ¿Aquella composición compacta del poema que te salía casi sola? Ya te he dicho que eras pezqueniña, ahora olvídate de eso y busca cajas.