EL CUTRERÍO del ojo nacional asoma enseguida, sin querer, en los que fían su existencia (su mediocridad) en el mantenimiento de esa mirada. Así, a Largo Caballero lo llaman “el Lenin español”, a Arriaga “el Mozart vasco”; a Carmen de Burgos “la Simone de Beauvoir española” o a Jerónimo de Ayanz “el Leonardo da Vinci español”. Esa vanidad que es solo complejo aparece también cuando se desata una catástrofe y, de inmediato, los diarios nacionales acuden corriendo a ver lo que han dicho de ellos los diarios de verdad, aquellos que cuentan con una mirada más larga.