martes, 22 de abril de 2025


EN EL partido contra el Arsenal la afición del Real Madrid protagonizó uno de los capítulos más tristes que recuerdo en un campo de fútbol, cuando uno de sus jugadores estrella, Kylian Mbappé, abandonó lesionado el césped entre silbidos de los propios aficionados, que le reprochaban su flojo rendimiento en ese partido clave. Nótese lo inaudito: te lesionas y tu propia afición se pone a silbarte, en lugar de lamentarse por el posible alcance de tu lesión. En la semana postderrota el diario Marca hizo su “megaencuesta” particular, en la que participaron decenas de miles de aficionados, y la conclusión también fue asombrosa: la afición ya no aguanta a Vinicius y pide su venta. Aclaro que Vinicius solo tiene 24 años y ha sido junto con Courtois el mejor jugador del Real Madrid en los últimos cuatro años.

¿Puede existir una afición peor que la del Real Madrid? Cuando el equipo la necesita no aparece; cuando aparece es que el equipo no la necesita: está conformada por un tipo de hinchas que solo reman en las noches de gloria o cuando hay que celebrar un título en Cibeles. Aquí o ganamos nosotros o este deporte no nos interesa: tal es la filosofía de esta gente. A veces me pregunto, cuando pienso en aficiones que se le parezcan (la de los Lakers, la del Manchester United y Bayern de Múnich, la de la selección argentina de fútbol), si la razón de hinchas tan desagradecidos y maleducados tendrá que ver con las victorias continuas, que traen consigo la semilla del embrutecimiento. Ganas dan de abonarse a la derrota si las victorias te condenan a eso.