miércoles, 2 de abril de 2025


TRATO de avanzar hacia el cero, pero el fardo de mi pasado pende sobre mi cabeza. Pienso por momentos que ya no creo en nada, pero conservo una suerte de optimismo animal que me impide entregarme por completo a la escuela del yo-me-lavo-las-manos. Llevo ya años donde me he dado cuenta de que el idiota, entendido idiota en el sentido griego de “persona que no participa en los asuntos públicos”, es el verdadero benefactor de la humanidad, el único que se salva de las sectas destructivas y el único que conserva el despacio en esta pesadilla de velocidad que nos lleva al desastre, pero cuando llega la hora de la verdad no estoy preparada para tanta inteligencia, y descubro que yo misma conservo toneladas de animalidad que me ruegan participar, intervenir y, en pocas palabras, volver a incurrir en la rueda de las equivocaciones...