lunes, 16 de junio de 2025


CUENTA SALVADOR Pániker en su Diario de Otoño:
Cuixart tiene setenta y dos años y es primo hermano de Antoni Tàpies. Cuenta que el padre de Paco Umbral era un militar de alta graduación de Valladolid, que tuvo una aventura con una señora, y que como fruto nació un niño, que a ese niño lo dejaron en el umbral de la casa (o algo así), y que de ahí el seudónimo de Paco «Umbral».
Hombre, la razón de que Francisco Pérez Martínez acabara llamándose Francisco Umbral es fonética al 100%, historia del nacimiento al margen, y así tenía que ser en un autor que hizo del sonido el centro de su prosa. Este autor concedía tanta importancia al oído que, por ejemplo, para referirse a los campos de concentración nunca utilizaba Auschwitz, sino Dachau; para referirse a los primeros homínidos nunca citaba al Australopithecus, Neandertal o Cro-Magnon, sino al Hombre de Orce; para Umbral el rey de España nunca cazaba osos o ciervos, sino rebecos, y nunca navegaba en barco o en yate, sino en balandro. Solía contar que estaba leyendo "Tristana", de Galdós, y arrojó el libro al suelo cuando leyó que Tristana tenía una "boquirrita": para Umbral el mero empleo de una palabra tan fea te condenaba para siempre como escritor.

La palabra umbral, precisamente, aparte de la cantidad de sugerencias que congrega su significado, es espectacular desde el lado del sonido, porque la primera sílaba se pronuncia desde dentro y la segunda hacia fuera, haciendo un efecto de expansión muy bonito, que se escucha como umbrrralllll, casi con eco, palabra que sigue sonando poderosa después de pronunciada. Es una palabra deslUMBRALte. En lo suyo fue sin duda un superdotado y la elección del apellido es otro ejemplo de su genialidad para el lenguaje.

Yo sigo colocando a Quevedo como el principal artífice del idioma, pero el 50% del vocabulario del gran cojo no hubiera superado el muy estricto arel de sonido umbraliano, que desde ese punto de vista opera como un poeta gongorino o modernista. De hecho, aunque a Umbral se le compara continuamente con Quevedo, a quien se asemeja en ingenio, eclecticismo y hasta en el físico, opino que su léxico se asemeja más a Herrera, Góngora, Valle o Rubén Darío.