ES INCREÍBLE el número de gente que me pide el pdf de “Poemas y palabrismos”. Pensé que publicarlo era como arrojar una gota de agua al mar, pero qué va. Al final me estoy saliendo con la mía nuevamente, la de seguir pedaleando en mi bicicleta estática sin atreverme a salir a la calle y subir el Tourmalet.
Tengo que decir, sin embargo, que mi soledad literaria no se debe solo a mis condiciones innatas para estar sola, sino a una censura y una marginación de cariz claramente político de la que ya no me quejo, sino que hasta la entiendo.
Ningún lugar ni nación del mundo, no solo Euskadi y España, alientan a una escritora que pone en el centro de su obra la denuncia y mofa de todos los productores culturales vehiculados por el etnocentrismo. Denuncia y mofa que voy a seguir practicando hasta mi muerte.
No tenéis ningún derecho a imponer vuestras porquerías identitarias a los niños. No tenéis derecho a enseñarles una historia sectaria plagada de enemigos ficticios. Sobre todo, no tenéis derecho a detener en la calle a Mohamed o Salma y meterlos en la cárcel por razón de nada, en nombre de un nosotros antihumano.
—¿Estás queriendo decir la burrada máxima, Vanessa, de que los españoles no podemos mandar en España?
—Exactamente eso quiero decir. El planeta y lo humano esencial prevalecen sobre cualquier patria.