LA SEMANA pasada estaba preocupada porque Broma, cuando le salió al paso un perro enorme en el patio, se quedó tan tranquilo y ni siquiera bufó ni se movió: menos mal que el perro era pacífico. Pensé: joder, claro, 12 años metido en un piso sin ver nunca a un perro, igual mi gato ha perdido el instinto natural que rechaza a esos animales. Sin embargo, hoy ha salido junto a Lorca y, como se les ha echado un perro encima y Lorca se le ha enfrentado, pues Lorca como gata que nació en la calle aún conserva los instintos, Broma la ha copiado de inmediato y ahí estaban los dos, la pareja gatucrónica, con el pelo erizado, el lomo arqueado y el rabo tres o cuatro veces su tamaño natural, bufando al pobre perro, que también era pacífico (pero no tanto, porque se echa encima de los gatos a mucha velocidad). Gracias a este episodio me he quedado más tranquila sobre las posibilidades de Broma (12 años) de llegar a gerontogato.