lunes, 22 de septiembre de 2025

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EL FUTURO del universalismo puede venir de la constatación, muy difícil de reconocer pero cada vez más palpable, de que encontramos mucho más plena la vida articulada en torno a la pantalla de un móvil que la desarrollada en la calle; de que todo eso que elogiamos, los horizontes amplios, la variedad de emociones, la oferta de curiosidades, está sobre todo en Internet y no fuera de él. Ya existen países europeos donde los jóvenes dedican entre cinco y ocho horas al día al móvil, en una tendencia que no deja de aumentar. Vivimos diez veces multiplicado aquello que ya denunció en su día Rafael Sánchez Ferlosio, el de que la gente arreciaba en el fingimiento de ser abulense, turco o finlandés a medida que las revoluciones técnicas nos acercaban y hacían cada vez más absurdos los "hechos diferenciales". Nuestra verdadera raigambre actual es la pantalla del móvil, dentro de la cual está el planeta.