sábado, 4 de octubre de 2025

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NO SOLO me alegro de los éxitos de Dabiz Muñoz por la razón de que siempre me sienta obligada a llevar un vasito de agua al que es atacado por razones de ego. Existe otra razón GRANDE, incluso más grande, por la que me gusta este tipo, y es que es una de las pocas personas que hace cocina en España. Sí. Mientras la mayoría de los cocineros hace cocina española, cocina vasca, cocina catalana, etc., y el cocinero más mediático de los últimos cuarenta años, Karlos Arguiñano, es elogiado por todo el patrioterío “porque promociona nuestra cocina y los productos de nuestro país”, Dabiz Muñoz solo hace cocina, limpia de todo elemento etnocéntrico, fusionando elementos de otras cocinas internacionales en una síntesis única, personal, en la que el propio nombre de su restaurante, DiverXO, es la refutación de la cocina folclórica. Esto no es solo raro en la cocina de España, sino en todos los sembrados: en España no se ha hecho literatura, sino literatura española, no se enseña historia, sino historia española, no se hace música, sino una cosa con un tufo étnico en el que incurren hasta los más grandes (Paco de Lucía, Rocío Jurado, Julio Iglesias). Esto a veces sucede de forma inconsciente, pero a menudo se hace adrede. Veamos lo que declaraba hace unos años Juan Mari Arzak, una luminaria de la cocina con gentilicio:
PREGUNTA: ¿Cómo explicaría lo que hicieron los padres de la Nueva Cocina Vasca?
ARZAK: Fuimos gente inquieta que quería evolucionar la cocina para demostrar que ésta era parte de la cultura de un pueblo.
O sea, no me digáis que no tengo razones para suicidarme, reléase esta barbaridad de Arzak: el objetivo de la Nueva Cocina Vasca, según él, no era estrictamente culinario, nutritivo, artístico, no: ¡el objetivo era fortalecer la superstición vasca, se trataba de poner la cocina al servicio de un objetivo de tribu! ¡Cómo no voy a querer a Dabiz Muñoz!