DICE KUNDERA que el pensamiento aforístico de Nietzsche fue muy nutritivo para la filosofía y para la literatura en general, porque nos enseñó a respetar "la manera efectiva en que nos llegan los pensamientos" y a "resistirnos a transformar nuestras ideas en sistema". Voy a dedicar unas cuantas entradas a refutar o matizar estos dos asertos nietzscheanos.
En primer lugar, Nietzsche no nos enseñó nada, porque el pensamiento aforístico tiene una tradición de milenios tanto en Occidente como en Oriente; y el propio autor del Zaratustra no tuvo inconveniente en reconocer la deuda que contrajo con aforistas como los presocráticos, La Rochefoucauld, Pascal, Lichtenberg, Chamfort o Schopenhauer (si bien, en el caso de los presocráticos, fue la pérdida casi completa de su obra lo que los convirtió en fragmentarios, y en el caso de Pascal, su muerte repentina impidió que sistematizara sus pensamientos). En segundo lugar, esos imperativos nietzscheanos tienen sus ventajas y sus desventajas, y si te obnubilas con las primeras y no conoces las segundas fácilmente puedes malograr tu obra.