EL FÍSICO también influye en los cráneos previlegiados, y mucho. Tanto Heine como Eckermann se quedan impresionados, en su primera visita, del "porte" de Goethe, y Kafka, enamorado del famoso cuadro "Goethe en la campiña romana", de Tischbein, dice en sus diarios que no puede imaginar cuerpo más perfecto.