domingo, 26 de octubre de 2025

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EL BEBÉ Samuel Johnson padecía de escrófula, así que lo llevaron a que lo tocara la reina Ana, pues existía una superstición según la cual los niños se curaban si les tocaba la realeza. Cincuenta años después Samuel Johnson aún recordaba a la reina Ana, y eso que cuando fue tocado por ella solo tenía treinta meses, es que te tienes que reír. Cuenta Boswell:
Se ha dicho que contrajo su gravosa enfermedad por contagio de su aya. Su madre, plegándose a la supersticiosa creencia que tantísimos años tuvo vigencia y circuló ampliamente por este país relacionada con las virtudes curativas del roce de la realeza, idea que nuestros propios reyes también alentaron, lo llevó a Londres, donde en efecto lo tocó la reina Ana. La señora Johnson, qué duda cabe, y así me informó el señor Hector, obró de este modo por consejo expreso del célebre sir John Floyer, médico entonces asentado en Lichfield. Johnson acostumbraba hablar de esto con toda franqueza, y la señora Piozzi ha conservado su muy pintoresca descripción de la escena tal como quedó impresa en su imaginación. Al inquirírsele si era capaz de recordar a la reina Ana, dijo que «guardaba un confuso y sin embargo solemne recuerdo de una dama con adornos de diamantes y cubierta por un negro capuchón». Aquel roce de los regios dedos, no obstante, careció de todo efecto.