domingo, 2 de noviembre de 2025

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CUENTA MEYER, consejero de Goethe, que en Italia eran frecuentes los debates entre artistas sobre quién era mejor, si Miguel Ángel o Rafael, y que en una ocasión estuvieron dando vueltas en una barca por el Tiber, haciendo las delicias monetarias del Caronte que la guiaba, discutiendo sobre ellos. Por Miguel Ángel y Rafael no, pero defendiendo a Neruda contra todos yo también me arruinaría en medio del Tiber :)
«Nos habíamos enzarzado en la acostumbrada discusión, sobre si era más grande Miguel Ángel o Rafael. Entramos en la barca. Pero cuando alcanzamos la otra orilla la discusión seguía en todo su vigor, y un gracioso, creo que fue Bury, propuso no abandonar el agua hasta que la discusión acabase y los partidos se hubiesen puesto de acuerdo. La proposición fue aceptada y el barquero tuvo que dar la vuelta. Pero la disputa se hacía cada vez más viva, y al llegar a la orilla tuvimos que retroceder, pues la cuestión no estaba resuelta. Así seguimos, de orilla en orilla, durante horas, con lo que a nadie le iba mejor que al barquero, cuyos rendimientos aumentaban a cada travesía. Tenía consigo, para ayudarle, a un chico de doce años, a quien la cosa acabó por parecer muy extraña. “Padre —dijo—, ¿qué les pasa a estos hombres, que no quieren ir a tierra, y que nos hacen retroceder cada vez que los llevamos a la orilla?”. “No lo sé, hijo mío —contestó el barquero—. Creo que están locos”. Por último, hubo que ponerse de acuerdo para no pasar así la noche, y saltamos a tierra».