lunes, 3 de noviembre de 2025

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ESO DE que en las redes sociales triunfan los contenidos más extremos es solo una parte de la verdad. Si así fuera debería triunfar yo, que sostengo que las patrias y sus acólitos, lo mismo en su versión nacionalista que patriota, deberían ser extirpados de raíz; o que símbolos de superstición como las banderas española o vasca o catalana deberían ser prohibidos en los espacios públicos, igual que lo fueron los crucifijos; o que supuestos genios como Galdós, Aresti, Chaho, Orixe, Lorca, Alberti, Ortega, Unamuno, Azorín o Antonio Machado no deberían figurar en los libros de literatura o filosofía, sino en los de folclore; o que la verdadera gente mala y antisocial, la que arruina el tejido de la sociedad, es la que se compra un piso aquí y otro en la costa y luego vota a partidos antisistema como el PP, PSOE, PNV o Junts, para que legislen con vistas a multiplicar por dos el valor del piso en solo veinte años. Pero yo estoy perseguida en toda la red, castrada mi cobertura en todos los sitios por publicar contenidos "que incumplen las normas de la comunidad", ¿y qué contenidos extremos se patrocinan? Se patrocinan contenidos de derechas que están vehiculados en torno a la familia, la patria y el neoliberalismo, así como contenidos de izquierdas vehiculados en el soberanismo y la interseccionalidad anti-ilustrada.