LA CONDENA al fiscal general en España es una buena noticia que ilustra que de las plurales dictaduras en que consiste ese país, la primera la que ejercen los autóctonos sobre los inmigrantes y la segunda la que ejercen los propietarios sobre los inquilinos, no todo está perdido: que caiga el propio fiscal general del estado significa que el gobierno español no tiene un poder omnímodo y que la división de poderes funciona de vez en cuando, primera condición del buen gobierno.
Por otra parte, sin entrar a valorar detalles que desconozco y a la espera de que se publiquen las razones de la sentencia, ya el solo hecho de que el fiscal borrara la información de su móvil me parece suficiente prueba de que ese tipo no es trigo limpio. Una leprosa social como yo puede borrar su móvil cuando le dé la gana, pero un tipo que ocupa un lugar público de esa enjundia debe ser totalmente transparente.