sábado, 22 de noviembre de 2025

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HABLANDO DE lo que les sucede a los escritores que arremeten contra el suelo que les vio nacer, me sale al paso V. S. Naipaul, que no paró en vida de menospreciar a Trinidad y Tobago al punto de que puso en riesgo su integridad personal. En 1983, un taxista del aeropuerto lo reconoció:

—¿Es usted Naipaul? —le preguntó.
—Sí.
—Mire, mejor viaje conmigo si quiere estar seguro, porque usted no es bienvenido aquí.