JAJAJA, MIRAD la pila de ejemplares de Natalia que he comprado. Ha comenzado mi carta de batalla en favor de su libro. Esta mañana he acudido a la biblioteca Miguel Hernández a devolver los libros de Goethe, del que preparo mi primer programa de literatura universal en Youtube, y de paso he aprovechado para decirle respetuosa pero muy firme a la bibliotecaria:
—¿Cómo puede ser que solo una biblioteca pública de Madrid haya pedido todo un premio de ensayo de Anagrama, precisamente la de Villaviciosa de Odón, donde la autora vivió durante su estancia de muchos años en Madrid?
—Oh, qué raro —me miente la bibliotecaria—. El Anagrama de ensayo lo solemos pedir, ¿cuándo ha salido?
—En octubre —le respondo—.
—Bueno, es un poco pronto, espera tres meses más y supongo que muchas bibliotecas lo irán pidiendo.
Mi pregunta-reproche insinuaba el sesgo cada vez más derechista de la cultura institucional de Madrid, que ningunea las propuestas mínimamente revolucionarias. Mi plan es hacer la pregunta-presión a todas las bibliotecas a las que voy y, si, cuando llegue marzo, aún no lo han comprado, donarlo yo misma a cada una de ellas. Estoy haciendo acopio ahora con los aguinaldos que me dan en el trabajo.
Por cierto que a la derecha de la foto, si os fijáis un poco, aparece mi gata Lorca comiendo del bol. Lorca es precisamente una gata que conseguí hace trece años para complacer a Natalia, que deseaba tener una, y que lleva el nombre que le puso ella (yo jamás le hubiera puesto ese nombre, pues Lorca me parece un poeta con cantidades inadmisibles de etnocentrismo). Ahora que estamos las dos conmocionadas (pero orgullosas) ante la progresión hacia las estrellas de nuestra ex, le suelo decir a mi gata:
—Qué tiempos, Lorca, en que tuviste una dueña y un dueño. La dueña me dejó para prosperar y te tuviste que quedar a solas con tu dueño en constante degradación, que ahora encima es dueña :)
